sábado, 8 de diciembre de 2012

Levantar el muerto

--> Por Daniel Link para Perfil


Me preocupa el Fin del Mundo. La NASA tuvo que salir a desmentir la predicción, lo que de ningún modo me tranquiliza (¿acaso la NASA desmentiría que los chanchos vuelen?).

Para salvarme del 7D acepté una invitación que me hará mucho daño físicamente, porque no estoy en condiciones de viajar y mucho menos a zonas más húmedas todavía que Buenos Aires (mis huesos sufren) y, todavía más, a eventos donde corro el riesgo de cruzarme con el señor Amado Boudou, como parece ser el caso.

Vuelvo el 18 a Buenos Aires, y leo que el 19 habrá un paro con movilización: supongo que haré trasladar mi espina dorsal en proceso de curación directamente de Ezeiza al campo, para evitar un colapso urbano más.

Pero para el Fin del Mundo... ¿cómo organizar la agenda? No es que yo quiera evitar la catástrofe. Muy por el contrario, si es que la destrucción total está en el horizonte de nuestra especie, me gustaría estar en primera línea, recibir con una sonrisa el merecido final de tanta petulancia humana y tanto capitalismo autodestructivo. Pero nadie sabe a qué hora será, ni cuáles serán sus características (¿incineración, choque planetario, congelamiento, veneno?). Imposible prepararse para recibir el acontecimiento como se merece. Los mayas debieron haber sido un poco más prolijos aunque reconozco que tuvieron problemas más importantes que pensar en mis manías obsesivas.

Escribí a mis amigos mexicanos quejándome y solicitando precisiones, y no me contestan. Aquí, una amiga me propone que haga un asado en la quinta. Todo bien, le contesto: ¿pero y si después no pasa nada, quién levanta el muerto?

Por otro lado, me doy cuenta de que he caído en una trampa, porque acepté escribir sobre el asunto (la imaginación de la catástrofe y las películas del fin del mundo: Eli, Eli, lema Sabachthani?, The Happening, Anticristo, Melancholia, 4:44 Last day on Earth y Seeking a Friend for the End of the World) sin pedir mis honorarios por adelantado: ¿quién me va a pagar esa nota si el 7D o el paro del 19 o la catástrofe del 21 vaporizan a quien me la encomendó?

Todos mis amigos se burlan de mí porque me tomo las cosas tan en serio. Pero bueno, es el Fin del Mundo y no cualquier pavada. Pienso comprar los regalos navideños y entregarlos antes del 21, por si acaso. Mi mamá ya me regaló una mesa de jardín con cuatro sillas para la quinta. Creo que, previendo lo peor (desde mi punto de vista, lo mejor), pagó el regalo con la tarjeta de crédito de la que soy titular. Si no pasa nada, ya sé quién va a tener que levantar el muerto.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Si llega el Fin del Mundo, ¿Por qué la gente va al gimnasio? ¿No deberían estar garchando desenfrenadamente?

PD: si el fin llega con una bola de fuego es probable que te reseque el asado, un bajón.