miércoles, 19 de junio de 2013

Dos poemas

Las sirenas

Fue en un segundo.
Oímos el canto genital de las muchachas,
las pájaras fatales de las rocas;

la melodía sabrosa de la muerte,
un ulular clavado
en las gargantas oscuras de la horda.

Fue en un segundo
ver desde el barco un pobre cuerpo mixto:
Parténope destrozada entre las rocas,
hecha polvo en la tierra abandonada.

 *
 
(Plegaria)



Poi s`ascose nel fuoco che li affina.

Dante, Purgatorio, 148.



Ah, tómame, Padre,

bébeme hasta el fondo, rápido:

siento que me desangro en los olivos,

que escribo sin saberlo un poema con mi sangre,

con el agua de vida que se abre paso por mis venas.



Ignoro desde dónde brota mi agua.

Rubrico con una sola letra esta, mi muerte,

que no llega, que se esfuma

como, cuando atardece, se vuelven impalpables los zorzales.




Soy un cuerpo exiliado que se purga,

que se afina dentro de una llama.

*

Tomados de Las reliquias, Córdoba, Alción, 2013, el libro de poemas del queridísimo Diego Bentivegna, que aquí habla del suo nonno, de Pasolini, de Córdoba, de sus poemas, las mismas cosas que en mi corazón ocupan un lugar muy destacado y que encuentran en sus versos un plano de expresión delicadísimo con el que a veces me encuentro más allá de las palabras y otras, como es éste el caso, en su más íntimo murmullo. 

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Felicitaciones, Diego.
Intenso.

Romana

edgardo dijo...

Montale y Ungaretti hubiesen admirado a Bentivegna.

kwsz dijo...

y ganas de leer y que se lean en stereo Bentivegna y Vanna Andreini. Leí a uno pensando en e lotro y viceversa (y no x lo tano o sí pero no así de facil